No es té todo lo que reluce. Cuando los compramos a granel, tendemos a creer que son premium. Es más, suponemos que son de gran calidad sólo porque proceden de China, India, Japón o Taiwán. Pero, obviamente, hay mucha paja entre tanta hebra. Lo mismo pasa con el aceite de oliva o los buenos vinos, la procedencia no lo es todo.
Para encontrar té de gran calidad tampoco hay que fiarse al 100% de los precios. No por ser más caro será más bueno. Hay que catar, hay que dejarse aconsejar y, atención, comenzar a fijarse en las certificaciones, sellos de calidad que a partir de ahora nos pueden servir de guía a la hora de componer nuestra 'Tecoteca'.


No cabe duda de que existe la necesidad de certificar los productos, su procedencia y su tratamiento si queremos estar seguros de lo que vamos a consumir. Obtener voluntariamente estas certificaciones conlleva un coste adicional para los productores, pero les da la oportunidad de mejorar, cambiar para hacer las cosas mejor, tener mejores prácticas y fomentar una cultura de sostenibilidad, lo que les confiere una mayor credibilidad, transparencia, responsabilidad y por supuesto confianza frente al consumidor. A partir de ahora, le invito a que pida a su proveedor las certificaciones del té que vaya a comprar. Se va a sorprender, no es té todo lo que se embolsa...